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Uroboros

“ Escribo estas palabras en una oscura habitación que no pertenece a ningún lugar que me sea conocido y, aunque no puedo ver a nadie a mi lado, sé que lo que habita este viejo edificio no es humano. Solo Dios sabe cómo no he comenzado a sentir hambre, ya que hace días estoy acá. Las voces me lo dicen de manera repetitiva a lo largo de la noche, solo se callan cuando empieza el amanecer. Es en ese período del día cuando se dedican a caminar por habitaciones vacías, buscando algo con lo cual calmar su hambre y saciar su sed. Hablan sin mover sus curvados picos. Sus susurros nadie los comprende, se lamentan eternamente en soledad. Creo que solo yo entiendo lo que sus enfermas gargantas y mentes intentan manifestar mientras imitan pobremente los sonidos de idiomas y lenguas de origen humano. Entiendo cada maldición, cada conjuro. Poseen voces infantiles que dictan fechas, horas, días al azar, que cada tanto avisan la posición del sol y la luna con respecto al resto de los astr

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